EPISTOLA 6:El Dilema del Pensamiento Convencional en Finanzas


Cuando reflexionamos sobre cómo priorizamos nuestros objetivos financieros en la vida, a menudo caemos en la trampa de lo que Robert Kiyosaki denomina la "carrera de ratas".

El problema radica en que muchas personas tienen la tendencia a vivir endeudadas. Cada vez que aumentamos nuestros ingresos, los utilizamos como plataforma para adquirir nuevos bienes, generalmente mediante préstamos. En consecuencia, a medida que ganamos más, nos endeudamos más.

En términos financieros, la confusión se produce al no distinguir correctamente entre activos y pasivos. Para aclararlo, independientemente de la terminología contable, un activo es cualquier elemento, tangible o intangible, que genera ingresos para ti, mientras que un pasivo es cualquier elemento que consume tus recursos financieros.

En última instancia, la naturaleza de un bien como activo o pasivo depende de su comportamiento financiero.



Tomemos una casa como ejemplo. Para la mayoría de las personas, adquirir una vivienda es un sueño que consideran un activo, ya que creen que se convertirá en su principal inversión. Sin embargo, en la mayoría de los casos, una casa se convierte en un pasivo, ya que genera gastos continuos como el pago de hipoteca, amueblamiento, servicios públicos, impuestos, y mantenimiento. Solo cuando usamos esa casa para generar ingresos, como alquilando habitaciones o estableciendo un negocio, se convierte en un activo.

El pensamiento tradicional tiende a disfrazar pasivos como activos, lo que socava la salud financiera de las personas. A menudo, no somos conscientes del verdadero impacto de cómo utilizamos nuestros recursos financieros.

No estoy sugiriendo que no se adquieran propiedades. La clave está en cómo se gestionan esas propiedades.

Del mismo modo, un automóvil puede ser considerado un activo o un pasivo, según cómo se utilice.

Es importante destacar que hay gastos necesarios en la vida, ya que muchas de nuestras necesidades se satisfacen con compras de bienes y servicios. Sin embargo, lo fundamental es tener una clara comprensión de qué adquisiciones contribuyen a aumentar nuestros ingresos y cuáles simplemente aumentan nuestros gastos. Para mantener un equilibrio financiero, los ingresos deben superar los gastos o, en el peor de los casos, igualarlos, dejando margen para emergencias

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