EPÍSTOLA 3: LA IMPORTANCIA DE DIVERSIFICAR: ESTRATEGIA PARA REDUCIR EL RIESGO
Había una vez una niña que recogía huevos en la granja de sus padres. Para llevarlos, los colocó en una canasta sin tapa. Mientras regresaba a casa, su mente se llenaba de pensamientos y reflexiones.
"Voy a llevar estos huevos al mercado, los venderé y con las ganancias compraré otra gallina. Así, podré obtener más huevos y con el tiempo, mi granja estará llena de gallinas. Me convertiré en la principal productora de huevos en el pueblo. Luego, con las ganancias de los huevos, invertiré en una vaca para obtener leche. Progresivamente, compraré más vacas y me convertiré en la principal productora de huevos y leche en toda la región".
Mientras caminaba, una llovizna comenzó a caer, humedeciendo los caminos. A pesar de ello, la niña seguía con sus pensamientos. "Cuando tenga una gran cantidad de animales en mi granja, construiré una lujosa casa, repleta de comodidades y hermosos muebles. Tendré empleados para que me ayuden y podré adquirir todo lo que desee".
En un instante, pisó una piedra resbaladiza debido a la lluvia y, para no caer, soltó la canasta llena de huevos. Trágicamente, todos los huevos se rompieron. La niña se lamentaba y reflexionaba: "Seguiré siendo pobre, qué mala suerte tengo".
A menudo, achacamos nuestro destino a la suerte. No obstante, son nuestro desconocimiento de tácticas y estrategias apropiadas para el manejo de nuestros recursos, lo que verdaderamente limita nuestras visión y equivoca nuestras decisiones. En el ámbito financiero, nuestros objetivos pueden abarcar diversas alternativas: optimizar el uso del dinero, aumentar los ingresos, reducir los costos o riesgos, entre otros. Esta epístola nos enseña que, para disminuir el riesgo de pérdida, es fundamental distribuir las inversiones en distintas alternativas, logrando así diversificar y reducir las posibilidades de sufrir pérdidas. No todos los huevos en la misma canasta.
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